El Salmo 118:5 dice: *”Desde mi angustia clamé al Señor, y él respondió dándome libertad. El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?”*.
¿A qué libertad se referirá el salmista en la lectura de hoy? ¿A una libertad de salir de una cárcel o a una libertad de un enclaustramiento mental? Aquí el salmista se sintió escuchado por el Señor en tiempos de la angustia y desesperación del que se encontraba atrapado en su mente. Fue justo cuando reconoció que el creador inclina su oído a quien a El clama. Y en ese proceder pudo sentir la intervención del Santo Espíritu que intercede por nosotros con gemidos indecibles ante el Padre. Así opera nuestro Dios a nuestro favor. Basta con reconocer que no estamos solos. Que Dios extiende su mano de misericordia y nos pone en un estado de libertad que nos da la seguridad y la fe de estar junto a Dios, en cualquier momento tiempo y lugar. Porque *“…..Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra?”* (Romanos 8:31)