Hoy tengo conmigo a Jesús Terrés, escritor y fundador de la agencia digital Lobo. Algunos le conocemos por Nada importa, el título de su libro de relatos y también de su perfil en redes sociales @nadaimporta. Además, escribe en torno a cosas que ama en Vanity Fair y sobre viajes y gastronomías en Condé Nast Traveler. Jesús nos regala una newsletter, lo que él llama cartas íntimas, que nos envía cada sábado por la mañana.

Como antesala de nuestra conversación, nos recomienda tres restaurantes, el mexicano COME de Paco Méndez en Barcelona, el japonés KINU en Sevilla y un clásico, La Buena Vida en Madrid.

Hablamos del nuevo libro de Jesús que verá la luz en mayo, Buscaba la belleza, que como él mismo dice “todo lo que soy está en este libro” y que pasará a ser parte de los lectores. Sentirse escritor para él ha sido un proceso gracias a sus cartas que escribe cada sábado y a través de las que busca el cariño de los lectores. “Escribir con sangre y desde las entrañas, ni desde el ego ni pensando en el lector. Escribir de verdad”. Así explica Jesús lo que supone para él la escritura, “escribo para vivir y vivo para escribir”. La relación de la lectura y la escritura es directa para él, “soy lector antes de escritor”. Hablamos de sus cartas, de cómo las construye a partir de ideas o hilos. Subraya que ahora son dos temas sobre los que escribe y su hilo narrativo: la búsqueda de la belleza y la consciencia, “el tesoro es entender”.

Otra faceta suya es su rol trabajando con marcas en la agencia Lobo, que disfruta mucho, especialmente profundizando en los porqués de las mismas o su propósito. Comentamos su punto de vista sobre las redes sociales o qué es el lujo para él. Como decía Octavio Paz, “la alegría es una sillita al sol”, y precisamente esto es el lujo para él.

Cerramos con recomendaciones: una serie Sucession, una película, Ex Machina y dos libros, Sin Ir Más Lejos de Fermín Herrero y Trajiste contigo el viento, de Natalia García Freire.

Una conversación profunda y de verdad, como es Jesús, para disfrutarla con la lentitud que merece.