El Banco de Hierro: nadie gestionó el juego de tronos como los Medici
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Dragones, caminantes blancos, hechiceras, caballeros de sedientos de sangre, sádicos mercenarios y ambiciosas reinas, pero si hay una institución temible en Juego de Tronos, como sus personajes, es el Banco...
show more"Las deudas pertenecen al Trono de Hierro y quién se siente en esa silla debe pagar. Desde que el joven rey Tommen y sus consejeros se han vuelto tan obstinados, tenemos la intención de abordar el tema con el rey Stannis. En caso de probarse a sí mismo más digno de nuestra confianza, sería, por supuesto, un gran placer prestarle toda la ayuda que necesite", explica Tycho Nestoris, emisario del Banco de Hierro a los Siete Reinos, a Jon Snow, ya Lord Comandante en la Guardia de la Noche.
La entidad financiera de Braavos tiene una reputación terrible, a la hora de reclamar sus deudas. En la saga literaria se explica que cuando los príncipes dejaban de pagar a los otros bancos menores de las Ciudades Libres, los banqueros arruinados vendían a sus esposas e hijos como esclavos y se cortaban las venas, pero cuando dejaban de pagar al Banco de Hierro, nuevos príncipes aparecían de la nada y ocupaban su trono.
'El Banco de Hierro obtiene lo que le pertenece' es el lema del banco, tan directo, 'como quiero ser tu banco', que utilizó Santander hace unos años. El bueno de George R. R. Martin tomó la Guerra de las Dos Rosas del siglo XV como uno de los principales ejes para diseñar las tramas de Juego de Tronos. Lo verdaderamente fascinante de los libros o la serie no es la fantasía, sino la fantasía anclada a la realidad con intrigas palaciegas, tensiones políticas y ambiciones desmedidas.
No es casualidad que el Banco de Hierro tenga más de una semejanza con la Banca Medici. Muchos banqueros de Florencia hicieron un gran negocio durante el enfrentamiento de la Casa Lancaster y la Casa de York para sentarse en el trono de Inglaterra, financiando a ambos bandos. La banca siempre gana, o ¿no?.
Desde siempre ha sido difícil ser banquero. Lo más importante para un banco, sea en los Siete Reinos, en el siglo III después de la Conquista de Aegon, o en la Inglaterra del siglo XV, después de Cristo, es que no se te mueran quien te tiene que pagar la deuda.
La sangre corre igual en la Guerra de las Rosas
Y donde hay pocas dudas en las casualidades entre la ficción y la historia es en la circunstancia del rey Barethon de que estaba enterrado en deudas y de que su muerte iba a desatar un baño de sangre. En el caso de Eduardo IV de Inglaterra le pasó algo parecido. Le costó mucho oro mantenerse en el trono. No murió, pero la sangre corrió igual, por el lado de las rosas de Lancaster y por las rosas de York, como en la serie de HBO.
Tampoco es fruto del azar que la ciudad libre de Braavos parezca Venecia y la figura del Señor del Mar parezca un Dogo veneciano que regía la ciudad. Italia en el siglo XIV no existía como país. Florencia, Venecia, Nápoles o Roma funcionaban como ciudades estados. Más clara todavía es la comparación si se tiene en cuenta el Consejo de los diez de Venecia, que estaba formado por las familias más poderosas de la ciudad, lo que tiene su reflejo en las familias fundadoras del Banco de Hierro y que controlan de facto Braavos.
Es importante tener en cuenta que hay ciertas licencias en los paralelismos. Todas las ciudades libres de Juego de Tronos tienen su propio banco, como sucede al final de la Edad Media en Italia. El Banco de Hierro es el más influyente por su carácter internacional y, en este punto, la similitud con la Banca Medici se ajusta como un guante, aunque la entidad sea originaria de Florencia. Tuvo filiales en Londres, Lyon, Brujas y Aviñón, además de las principales ciudades italianas como Venecia, Milán o Roma.
No se le considera el primer banco moderno. El Banco di San Giorgio fundado en 1406 en Génova, se lleva este reconocimiento, aunque la fundación del Banco Medici data de 1397. Tampoco fue el más longevo, pero teniendo en cuenta que duró casi un siglo, fue una rara avis en su época. Las entidades financieras solían durar una generación, lo justo para que después los herederos las trocearan y repartieran los beneficios. Pero fue el más influyente y poderoso, capaz de concentrar poder económico y político en una misma persona, en una ciudad como Florencia, hasta convertirla en el centro del mundo. Los Medici a través del banco lograron que la historia pasara página. Cerraron la Edad Media para abrir el luminoso Renacimiento, dando cobijo, sustento, y protección a una generación irrepetible de artistas. Donatello, Brunelleschi, Da Vinci o Botticelli, solo fueron algunos de los nombres que se beneficiaron del mecenazgo de la familia florentina.
Los Medici están a la altura de las grandes familias regias de Europa, aunque no fueran y no llegaran a ser reyes. Pueden codearse con los Borgia o los Tudor, pero también sentarse en la misma mesa que los Rothschild o los Rockefeller, como saga de empresarios. Serían más ricos que los Lannister y los Tyrell juntos. Si hubieran jugado en la NBA estarían en medio de la dinastía de los Lakers de los ochenta y los Celtics de los sesenta. La estirpe de los Medici llegó a dar para mucho. No solo como mecenas, tal vez su perfil más mediático.
Engendraron Papas. En concreto, cuatro. Dos reinas de Francia fueron Medici. Un buen puñado de Gonfaloniero de Florencia llevaban el ilustre apellido. Varios duques de la Toscana, también. Hubo importantes cardenales Medici. También científicos, e incluso poetas. Pero por encima de todos los Medici destacan tres miembros: Giovanni di Bicci de Medici; Cosimo de Medici, conocido como Cosimo Il Vecchio; y Lorenzo de Medici, Il Magnifico. Los tres fueron decisivos para encontrar y cultivar la fuente de poder de los Medici, los negocios y las finanzas.
La banca italiana no tenía rival en esa época gracias a la tecnología que aplicaban al negocio bancario. Fueron los primeros en aplicar números árabes. Imagine la tortura de ser contable con números romanos. De utilizar dobles asientos contables, uno para depósitos y otro para préstamos, lo que les permitía ser muy veloces en sus operaciones. De negociar letras de cambio, lo que les permitía emitir y comprar deuda. Y de garantizar depósitos. En este ambiente se movía Giovanni di Bicci en Roma.
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Author | elEconomista |
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