Una de las cosas que ha caracterizado al Gobierno socialista comunista ha sido su firme voluntad de no legislar para todos. Es una realidad objetiva. Ha roto con el socialismo tradicional, como consecuencia de que su socio es una formación comunista y antisistema como Podemos y de tener unos aliados que odian a España, como sucede con los independentistas y los filoetarras. No se ha buscado el consenso, sino la confrontación. Ha sido la recuperación del espíritu guerracivilista que tanto gusta a una parte de la izquierda política y mediática. La llegada del populismo y la demagogia al gobierno ha sido una catástrofe para la convivencia. Por ello, es acertado que Feijóo quiera legislar «sin sectarismo y para todos»,
como explicó Borja Sémper en su entrevista en LA RAZÓN. Esto no significa que tenga que ignorar su programa electoral y abandonar la ideología para lograr el aplauso efímero de la prensa de izquierdas. El centro derecha no quiere un gobierno de fríos tecnócratas. Hay que
derogar inmediatamente el conjunto de leyes que configuran el programa de adoctrinamiento social del PSOE y Podemos.
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