En este episodio comparamos la vida cristiana con una carrera deportiva, subrayando la importancia del propósito y la motivación para perseverar. Los creyentes deben mantener sus ojos puestos en Jesús como meta y motivación principal, no para ganarse la salvación, sino para honrar a Dios por lo que Cristo ya hizo. Se usa el ejemplo de un joven atleta que recupera su motivación al recordar su responsabilidad familiar. El mensaje central es que la vida cristiana requiere esfuerzo, pero basado en el agradecimiento y el deseo de glorificar a Dios.

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