Es fácil querer a nuestros perros y sentirnos queridos por ellos, tanto que damos por supuesto que en nuestra relación siempre existirá afecto en cantidad y calidad suficiente, sin necesidad de evaluarlo o sin pensar en mejorar su calidad trabajando sobre él de forma específica.

Suponer que la relación afectiva con nuestros perros es buena sin evaluarla de forma objetiva y no disponer de protocolos específicos para cuidarla y hacerla progresar es un error sistemático, no solo de quienes viven con perros y les quieren, sino, en particular, de quienes se dedican a cuidar su comportamiento y entrenarles de forma profesional.

El afecto siempre es el cimiento del trabajo que realiza una persona con su perro, aunque intente no tomarlo en consideración o no le dé (aparentemente) uso directo durante un entrenamiento, porque sostiene la confianza del perro, su emocionalidad durante la sesión, permite la comunicación de calidad y el aprendizaje saludable. Esta importancia se multiplica si usamos el cariño entre el perro y la persona como herramienta específica de trabajo, como es el caso del adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL.

Por eso el primer protocolo de trabajo que tenemos definido son las SESIONES DE VINCULACIÓN AFECTIVA, donde podemos evaluar, aumentar y mejorar la relación de afecto entre un perro y una persona.

Las sesiones de vinculación afectiva son bien conocidas por quienes practican adiestramiento cognitivo-emocional, y, en consecuencia, por parte de quienes seguís TPPyTQ en Instagram, pero en este programa, quiero hablar de ellas, en primer lugar para aquellos que no las conocen, pero también para todos los que saben qué son y, quizá, no les están dando toda la importancia que tienen y no aprovechan sus potenciales beneficios al máximo.

Porque las relaciones importantes hay que cuidarlas :-)