Ferrovial, el imperio de las infraestructuras que nació en un ático
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Ferrovial, con más de 70 años de historia, es una de las empresas más importantes y reconocidas, tanto en España como en el mundo, en el campo de las infraestructuras...
show morePero los orígenes de la compañía fueron mucho más modestos. En 1952, Rafael del Pino y Moreno, padre del actual presidente, fundó Ferrovial en un ático en el centro de Madrid, con un capital de 2 millones de pesetas. Nació como una empresa dedicada entonces a la ejecución de obras ferroviarias, como su propio nombre indica, pero desde el principio no dejó de crecer, innovar y diversificar sus actividades. Una empresa que nació con vocación global, y que ha sabido adaptarse a los cambios y necesidades de la sociedad.
Nacido en 1920, en Madrid, esta no era la primera aventura profesional de Del Pino. Doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, tras acabar la carrera, en 1947 empieza a trabajar en Vías y Construcciones, cuyo propietario, Rafael González Iglesias, era buen amigo de su padre. Era una empresa mediana, pero que le ofrecían al recién licenciado dos ventajas claras: estaba muy especializada, pues se dedicaba al tendido, renovación y conservación de vías férreas; y tenía la exclusiva en España de la más moderna maquinaria del sector, lo que le situaba a la vanguardia tecnológica.
Rafael del Pino asciende rápidamente a subdirector de la compañía, lo que le permite ocuparse de la gestión y modernización de la compañía. El cargo le permite viajar por Europa y por Latinoamérica, donde aprende de las empresas más punteras del sector. Y descubre una cosa más: el creosotado, una técnica que protegía las traviesas de madera de las vías, para evitar que se pudrieran. En 1951, Del Pino es ascendido a director ingeniero, pero un año más tarde fallece González Iglesias, su valedor, así que decide abandonar la empresa y emprender con su propia compañía.
Y es con estos antecedentes con los que decide lanzar Ferrovial. En el proceso fundacional de la compañía, consigue su primer contrato con Renfe, donde su padre tenía un importante cargo, para la renovación de vías y a la explotación de talleres de cajeo de traviesas. Aquel acuerdo se prolongaría durante 16 años, a pesar de que la cantidad que pagaban por cada traviesa tratada con creosota, 3,98 pesetas, apenas permitía cubrir los gastos de importación desde Alemania. Aunque no les hizo ricos, permitió asentar la empresa en un primer momento, y les permitió acceder a mejores contratos.
Así, en 1958 Renfe vuelve a contar con Ferrovial, pero en este caso para ejecutar uno de los tramos de los enlaces ferroviarios de Madrid: el trayecto Las Rozas-Chamartín. Este proyecto sigue siendo hoy en día uno de los grandes hitos de la compañía, pues en apenas un verano un total de 29 kilómetros, lo que se conoció como '30 kilómetros en 30 días', que acabó convirtiéndose en un lema para la compañía. El éxito de aquel proyecto lo atribuyen a la apuesta por la innovación y a la importación de maquinaria que hasta entonces era desconocida en España, y que permitió aumentar la productividad y reducir costes.
La constructora empezó a consolidar su actividad, pero siguiendo el mantra implantado en los empresarios de la época, que rechazaban el endeudamiento para financiar su negocio o su expansión. Así, es a base de recursos propios con lo que comienza a ampliar su ámbito de actuación. Empiezan a explotar canteras, construir pantanos, y llevar a cabo sus primeros trabajos de pavimentación de carreteras.
España se encuentra en pleno proceso de desarrollismo. El país avanza, y necesita que sus infraestructuras evolucionen al mismo ritmo. El primer paso son las carreteras, que deben adaptarse a una sociedad en el que los desplazamientos en coche son cada vez más frecuentes. En ese contexto, el prestigio que había ido ganando Ferrovial le permiten dar su primer gran salto: logran, en 1968, la concesión para la construcción de la autopista Bilbao-Behobia, la primera de peaje creada en España, que supuso una importante novedad en el mundo de las infraestructuras de carretera en España.
Las consecuencias de este hito son inmediatas: la compañía alcanza los 5.000 empleados, la facturación crece hasta 125 millones de pesetas al año, se profesionaliza, empieza a mirar al extranjero... pero, a cambio, pierde parte de esa idea original de empresa familiar, en la que, hasta entonces, casi cualquier decisión, pasaba por el despacho del fundador.
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Author | elEconomista |
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