Con el ataque en Puerto Jordán, Arauca, el pasado 17 de septiembre, en el que fueron asesinados dos policías y 25 resultaron heridos, el Ejército de Liberación Nacional dio, literalmente, un golpe sobre la mesa de negociación y torpedeó cualquier oportunidad de firmar la paz durante el gobierno actual. O al menos así lo hizo ver el presidente Gustavo Petro el martes, al sentenciar que el proceso “se cierra con sangre”. Sin embargo, el miércoles la delegación de paz del Gobierno dio reversa y dijo que los diálogos solo quedan “suspendidos” pero su viabilidad “severamente lesionada”.


No es la primera vez que el Eln lesiona esa voluntad de paz con sus ataques, como tampoco es el primer gobierno en el que lo hace: es un largo historial de desplantes desde el mandato de Virgilio Barco. Sin embargo, la promesa del presidente Petro de que no existiría el Eln tras tres meses de su administración se diluyó en el olvido.


¿Le quedan opciones al mandatario para buscar la paz con esta guerrilla septagenaria y lograr su propósito de la paz total? ¿Confió demasiado en el Eln? ¿Cómo queda la población civil en medio de esta coyuntura? Consultamos dos visiones, del analista político de la Fundación Paz y Reconciliación Alejandro Chala y del excanciller y exembajador en Cuba Julio Londoño Paredes, acerca de lo que viene.

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