Los datos más recientes indican que 1.5 millones de estadounidenses murieron por heridas de bala entre 1968 y 2017. Esta cantidad de muertes es mayor que la cantidad total de soldados estadounidenses muertos en todos los conflictos desde la Guerra de Independencia de los Estados Unidos en 1775. Dada la última atrocidad del 4 de julio, esta estadística es particularmente escalofriante.
En 2020, el número de muertos por armas de fuego aumentó tanto que representó un aumento del 25 % con respecto al 2015 y un aumento masivo del 43 % en comparación con 2010.
Este aumento en las muertes relacionadas con armas durante las restricciones de la pandemia de Covid-19, puede que se haya relacionado con el estrés y las fricciones de ese período extraordinario, pero fue parte de una trayectoria ascendente general, que ciertamente no se explica solo por ese evento.
Hacer frente a la epidemia de armas en los EE.UU. se vuelve enormemente complejo por la cantidad de armas en circulación. En 2018, un proyecto de investigación con sede en Suiza, realizó una encuesta sobre armas pequeñas y estimó que había más 120 mil armas de fuego por cada 100 residentes en los EE.UU. Después de EE. UU. estaba Yemen, con 52 mil luego Serbia con 39.