El adiós a la dogmática. ¡La pragmática llegó para quedarse!

Nuestra propuesta de una pragmática o si se quiere < parte de varias cosas a saber: no depende de conceptos; la práctica es la base de su aplicación; no es cuestión de método estrictamente, pero si se utiliza, es inductivo, jamás axiomático, y su embrión es la idea de los tiempos actuales que el objeto, el método y la legitimación del Derecho penal han sido trasladados de manera indefectible a la política criminal.

En este siglo los dogmas están gastados. En un mundo inestable, incierto, líquido, gaseoso, indeterminado, cambiante, rápido, ruidoso, inconsciente, caótico, turbulento, indescifrable, cansado, anti dogmático, perplejo, no se requieren respuestas concisas, ni soluciones perfectas, sino herramientas adaptables. 

Nadie tiene la verdad. No hay nada inmutable. Ante esto, hay que jubilar la dogmática porque la realidad la desmiente. En este sentido, la nueva propuesta, la que hacemos, es la herramienta pragmática, que es real.

Una idea que tuvo en los años 20, el penalista español Quintiliano Saldaña, y que esta vez revivimos con más ajustes de época. Han pasado más de cien (100) años. Pareciera que cada 100 años –en algunos casos, un poco más-- ocurre algo transformador en el mundo.