Día 11: El truco
"Pura lana virgen" "¡Da gusto un aire tan puro!" "Agua pura y cristalina". "Puro sabor americano"... Frases impactantes de anuncios publicitarios.
El gran elogio de cualquier cosa es la pureza: no contaminado, sin adulterar, genuino, no pasado, auténtico.
¡Santa María qué alegría!, que Tú, mi Madre, seas piropeada siempre como "Pura", por tu corazón puro, generoso, limpio, grande. Ayúdame a vivir siempre y en todo momento, la virtud de la pureza. En las tres Avemarías de la noche te pido, de rodillas (como para suplicártelo también con mi cuerpo) el regalo de la pureza para mí y para los míos.
Con qué sencillez y alegría se expresaba aquel chaval: "¡Las tentaciones de pureza ya no son un problema! ¡ya tengo el truco!, acudo enseguida a la Virgen "un Bendita sea Tu Pureza y siempre venzo". Después de tiempo luchando y siendo vencido, por fin se dio cuenta dónde tenía la verdadera fuerza para luchar: ¡En su Madre!
Perdona, Madre mía, porque muchas veces me parece que pedir ayuda es... lo de menos, lo menos importante. Lo que pienso, en el fondo, es que para vencer, para conseguir hacer algo que me cuesta, lo importante es lo que yo haga y yo consiga... Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estoy. Gracias, Madre, porque ahora sé que lo más importante es lo que yo reciba de Ti y no lo que yo solo pueda hacer.
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.