Aceite caro en 2023 por la escasez de lluvias
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Los productores de aceite de oliva y de aceituna miran al cielo con preocupación, a la espera de la lluvia de otoño. El objetivo de los olivareros no es salvar...
show moreComo venimos recordando desde hace semanas, la campaña de este año va a ser catastrófica, con una producción que caerá hasta la mitad respecto al año pasado. Con Andalucía, la región productora más relevante, con la cosecha hundida. Los olivareros aún esperan una pequeña remontada en el final de la campaña, con las precipitaciones de los próximos meses, pero va a ser mala.
La cosecha de este año "está perdida", pero la del siguiente puede ser también mala si no se recuperan los árboles este otoño, tras dos años de intensa sequía y épocas de temperaturas excepcionalmente alta, explican desde UPA.
Especialmente crítica es la situación de los cultivos de secano, donde los árboles están muy afectados, y van a tener que recuperarse, como señalaba Luis Carlos Valero, de Asaja Jaén, en declaraciones recogidas por EFE. Este año su producción va a ser nula, tras verse arrasados por el calor y la sequía.
Los de regadío, por su parte, han podido salvar la situación a duras penas, aunque en su caso la preocupación de cara al próximo año es mayor, ante la escasez de reservas. Esto se debe a que el olivar de secano está más acostumbrado a pasar fatiga, mientras que el de riego, a poco que se reduzca o se suprima la dotación de agua, lo pasa mucho peor. La situación también afecta a los agricultores que se abastecen de pozos, con la disponibilidad de agua muy limitada.
La situación es preocupante, pero se complica aún más si pensamos que esta circunstancia meteorológica puede ser habitual en los próximos años. ¿Qué se puede hacer a largo plazo? La pérdida de olivar es un riesgo, a pesar de ser un cultivo resistente, y más si tenemos en cuenta que reemplazar árboles por otros mejores y más sanos significa años de espera antes de lograr rendimientos.
Una de las soluciones que proponen desde las asociaciones es un reparto más justo y social del agua de riego, priorizando el olivar tradicional de regadío, por su alta estabilidad y su elevado retorno social y económico. Se hace imprescindible también intentar que se escape la menor cantidad de agua de lluvia, mediante el manejo del suelo y de cubiertas vegetales.
También piden más esfuerzos en infraestructuras, que doten de más recursos a la cuenca del Guadalquivir, con una dotación necesaria de 1.200 metros cúbicos por hecárea para el olivar.
El olivar, recuerdan, es uno de los cultivos que mejor se puede adaptar a la sequía, y con agua se asegura su producción tanto en explotaciones intensivas como tradicionales. En el caso de las superintensivas la situación es más compleja, porque el desarrollo de las plantas es más superficial, porque no tienen que buscar agua en el suelo, y si faltan recursos hídricos se corre el riesgo de perder el árbol, además de la cosecha.
Igualmente, exigen ajustar el agua existente al momento de máxima necesidad para la planta, y utilizar nuevas técnicas, como los riegos deficitarios, que se aplican y se cortan enseguida, para periodos de mayor sequía.
Y mientras tanto, siguen mirando al cielo esperando a la lluvia. Porque los altos precios del aceite corren el riesgo de mantenerse durante muchos meses.
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Author | elEconomista |
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