Corintios-111 Perfeccionando la santidad
Jun 18, 2024 ·
6m 57s
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Perfeccionando la santidad Como somos templo del Espíritu Santo, debemos salir de en medio de “ellos” y no tocar “lo inmundo,” dice 2 Corintios 6: 16-18 ¿Quienes son ellos? ¿Y...
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Perfeccionando la santidad
Como somos templo del Espíritu Santo, debemos salir de en medio de “ellos” y no tocar “lo inmundo,” dice 2 Corintios 6: 16-18 ¿Quienes son ellos? ¿Y a qué se refiere cuando dice que nos apartemos de lo inmundo? Esto incluye aquellas cosas que nos pueden ensuciar los pensamientos, así como cualquier persona que nos puede llevar hacia acciones o actitudes que son dañinas para nosotros.
El texto expone que si somos morada del Espíritu Santo de Dios, debemos mantener el templo puro, libre de inmundicia. Aunque la promesa de la presencia de Dios en nuestras vidas debería ser suficiente incentivo para mantenernos puros, también disfrutamos en el día a día los beneficios de un cuerpo limpio y una mente pura.
Por esto el primer versículo del capítulo 7 concluye con la siguiente exhortación: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
Este proceso de perfeccionamiento de la santidad no es ni lineal ni constante, pero sí debe ser dinámico. Un crecimiento lineal implicaría un aumento de santidad sin pasos atrás, pero la realidad es que hay momentos en nuestras vidas en que damos pasos en falso, y retrocedemos en nuestro bienestar espiritual. Mas como vemos en el capítulo 7 de 2 Corintios, cuando esto sucede, podemos recibir la corrección directa de la Palabra de Dios o a través de un hermano en la fe que nos para en nuestro descenso y nos ayuda a enfocar nuestra mirada en la meta y a dar pasos hacia ella. Pablo les dice en el 7:8-9:
“Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó, ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.”
Recuerda que Pablo les había escrito para llamarles la atención sobre algunos asuntos. Ellos podían haber respondido con mala actitud y a la defensiva. Pero no había sido así. Pablo dice que aunque les entristeció la llamada de atención, ellos habían reaccionado con arrepentimiento, por lo cual la tristeza de haber recibido la reprimenda había resultado en gozo.
En el versículo 10 Pablo contrasta dos posibles reacciones que podemos tener frente a la reprimenda; dice así:
“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.”
Así que, cuando nos desviamos del camino hacia la meta, y recibimos corrección ya sea directamente de la Palabra o a través de alguien que viene a nosotros con la verdad de la Biblia, podemos reaccionar con una tristeza que nos lleva al cambio genuino, y que produce salvación y gozo, o podemos responder con una tristeza que no produce cambio de dirección, sino que nos acelera en amargura hacia la destrucción. Los de Corinto habían escogido la primera, y habían atendido a la reprensión de Pablo y la dirección de Tito. Esto les había llevado en la dirección correcta hacia la perfección de la santidad en Dios.
Así como el proceso de perfeccionamiento no es lineal, tampoco es constante. Habrá momentos de mayor crecimiento, y momentos en los que el cambio parece más lento. Habrá momentos en que experimentamos un estirón en el crecimiento espiritual, y otras temporadas en las que nos iremos afirmando en aquello que hemos aprendido. Cada creyente va a su ritmo, y pasa por diferentes etapas en diferentes momentos de su vida. Algunos acaban de recibir la semilla, otros están siendo regados, otros ya muestran el fruto de esta temporada de su vida y algunos están en proceso de maduración. Cada etapa es necesaria y cada etapa se repite en diferentes momentos de una vida. Este crecimiento, si no lineal y no constante, siempre debe ser dinámico. ¿Qué quiere decir esto? Que no se para, que no se estanca. Cuando no hay actividad en nuestra vida espiritual, cuando no hay ni crecimiento, ni fortalecimiento, ahí es cuando hay peligro de que en realidad no haya vida. La vida cristiana debe evidenciar un proceso de perfeccionamiento de santidad. Pidamos a Dios que nos ayude a identificar el estado en el que estamos y con Su ayuda, a comenzar a avanzar en el proceso.
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Como somos templo del Espíritu Santo, debemos salir de en medio de “ellos” y no tocar “lo inmundo,” dice 2 Corintios 6: 16-18 ¿Quienes son ellos? ¿Y a qué se refiere cuando dice que nos apartemos de lo inmundo? Esto incluye aquellas cosas que nos pueden ensuciar los pensamientos, así como cualquier persona que nos puede llevar hacia acciones o actitudes que son dañinas para nosotros.
El texto expone que si somos morada del Espíritu Santo de Dios, debemos mantener el templo puro, libre de inmundicia. Aunque la promesa de la presencia de Dios en nuestras vidas debería ser suficiente incentivo para mantenernos puros, también disfrutamos en el día a día los beneficios de un cuerpo limpio y una mente pura.
Por esto el primer versículo del capítulo 7 concluye con la siguiente exhortación: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
Este proceso de perfeccionamiento de la santidad no es ni lineal ni constante, pero sí debe ser dinámico. Un crecimiento lineal implicaría un aumento de santidad sin pasos atrás, pero la realidad es que hay momentos en nuestras vidas en que damos pasos en falso, y retrocedemos en nuestro bienestar espiritual. Mas como vemos en el capítulo 7 de 2 Corintios, cuando esto sucede, podemos recibir la corrección directa de la Palabra de Dios o a través de un hermano en la fe que nos para en nuestro descenso y nos ayuda a enfocar nuestra mirada en la meta y a dar pasos hacia ella. Pablo les dice en el 7:8-9:
“Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó, ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.”
Recuerda que Pablo les había escrito para llamarles la atención sobre algunos asuntos. Ellos podían haber respondido con mala actitud y a la defensiva. Pero no había sido así. Pablo dice que aunque les entristeció la llamada de atención, ellos habían reaccionado con arrepentimiento, por lo cual la tristeza de haber recibido la reprimenda había resultado en gozo.
En el versículo 10 Pablo contrasta dos posibles reacciones que podemos tener frente a la reprimenda; dice así:
“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.”
Así que, cuando nos desviamos del camino hacia la meta, y recibimos corrección ya sea directamente de la Palabra o a través de alguien que viene a nosotros con la verdad de la Biblia, podemos reaccionar con una tristeza que nos lleva al cambio genuino, y que produce salvación y gozo, o podemos responder con una tristeza que no produce cambio de dirección, sino que nos acelera en amargura hacia la destrucción. Los de Corinto habían escogido la primera, y habían atendido a la reprensión de Pablo y la dirección de Tito. Esto les había llevado en la dirección correcta hacia la perfección de la santidad en Dios.
Así como el proceso de perfeccionamiento no es lineal, tampoco es constante. Habrá momentos de mayor crecimiento, y momentos en los que el cambio parece más lento. Habrá momentos en que experimentamos un estirón en el crecimiento espiritual, y otras temporadas en las que nos iremos afirmando en aquello que hemos aprendido. Cada creyente va a su ritmo, y pasa por diferentes etapas en diferentes momentos de su vida. Algunos acaban de recibir la semilla, otros están siendo regados, otros ya muestran el fruto de esta temporada de su vida y algunos están en proceso de maduración. Cada etapa es necesaria y cada etapa se repite en diferentes momentos de una vida. Este crecimiento, si no lineal y no constante, siempre debe ser dinámico. ¿Qué quiere decir esto? Que no se para, que no se estanca. Cuando no hay actividad en nuestra vida espiritual, cuando no hay ni crecimiento, ni fortalecimiento, ahí es cuando hay peligro de que en realidad no haya vida. La vida cristiana debe evidenciar un proceso de perfeccionamiento de santidad. Pidamos a Dios que nos ayude a identificar el estado en el que estamos y con Su ayuda, a comenzar a avanzar en el proceso.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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