Corintios-112 Prosperidad y generosidad
Jun 19, 2024 ·
8m 28s
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Prosperidad y generosidad La Palabra de Dios enseña una ética de trabajo en la que la remuneración es el resultado del esfuerzo. Al mismo tiempo, algunos textos bíblicos muestran un...
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Prosperidad y generosidad
La Palabra de Dios enseña una ética de trabajo en la que la remuneración es el resultado del esfuerzo. Al mismo tiempo, algunos textos bíblicos muestran un sistema de ayuda al necesitado. Esto no es contradictorio. No deberíamos utilizar textos bíblicos para defender un sistema capitalista ni tampoco ir al otro extremo para defender un sistema económico social comunista que elimina el principio establecido por Dios que dice “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”
Pablo clarifica los principios de prosperidad y generosidad en los capítulos 8 y 9, mostrándonos un ciclo precioso por el que el nombre de Dios es glorificado a través de los recursos que nos da diariamente y de la generosidad de sus hijos hacia los que en un momento dado sufren necesidad.
Así en el capítulo 9 encontramos los conocidos versículos sobre la generosidad: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;” (2 Corintios 9:7-8)
Ejemplo de esto lo tenemos en Cristo, de quien leemos en el 8:9 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”
Este principio de generosidad va dirigido al dador, y no al que recibe. El que recibe, nos dice al final del capítulo 9 debe en respuesta mostrar gratitud, dando gloria a Dios que provee para cada uno, reconociendo que es Dios el que da a cada uno. Y como leemos en el mismo texto,en otra ocasión el que ha recibido será el dador, según sea prosperado. Porque Dios ha diseñado un sistema en el que aquel que se esfuerza y trabaja, recibirá recompensa por su labor.
Leemos en 2 Corintios 9:6:
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.” Encontramos el principio de la siembra y la siega en diversos textos bíblicos. Dios ha ordenado el universo de forma que por regla general, aquel que siembra, segará en correspondencia con aquello que ha sembrado.
Sin embargo, a causa de la caída y el sistema fallido con el que tenemos que vivir en este mundo, hay épocas en que una buena siembra no produce una buena cosecha. Hay momentos de crisis que provocan escasez, ya sea debido al clima, a una crisis sanitaria, e incluso la mala administración de los recursos. Lo cierto es que es muy probable que en algún momento de nuestra vida, pasemos estrechez. Y para esos momentos, Dios ha establecido que los que tienen más, puedan ayudar a los que tienen menos. Esto está organizado principalmente de forma voluntaria y entre cristianos, no necesariamente organizado por un gobierno u otro.
Pablo cita Éxodo 16:18 en el capítulo 8:15 de su carta, diciendo: “como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.”
Esta frase se está refiriendo al milagro de provisión de maná en el desierto. Los del pueblo recogían cada día lo que iban a comer, y al final del día, no había sobras. Esto no nos está enseñando que nosotros no podemos o no debemos ahorrar. Todo lo contrario. Pablo les está hablando en el mismo texto en cuanto a las ofrendas con las que van a ayudar a los que vendrán a predicar y a ayudarlos, recordándoles que deben recoger para tener cuando estos vengan. Dios premia al trabajador fiel, y como podemos ver en los evangelio, el mejor trabajador es aquel que invierte sus talentos para multiplicar sus recursos. Aquellos que mejor administren sus bienes tendrán más para poder bendecir a otros.
Pablo y otros estaban administrando las ofrendas, y los cristianos de Corinto podían aportar de sus recursos para ayudar a otros cristianos que estaban pasando estrechez. Mas Pablo les asegura que el reparto se está haciendo honrada y justamente. Les dice en los versículos 13 y 14:
“Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad.”
Debía ser un sistema en el que en un momento marcado de necesidad, aquellos que pudieran, dieran de lo que Dios les había dado; en otro momento podrían ser estos últimos los que necesitaran la ayuda de los demás. Mas en 2 Corintios 9:10-11 Dios nos recuerda quien es el que al fin y al cabo, provee para cada uno. Dice así:
“Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.”
Dios es el que provee la semilla al que siembra y el pan al que come. Dios es el que multiplica y aumenta nuestros recursos, y lo hace con liberalidad. Y de lo que él nos da podemos utilizarlo de manera que traiga gloria a Dios.
Este ciclo se explica en los versículos que le siguen, los cuales nos muestran cómo al dar para suplir las necesidades de otro, despertamos en estos agradecimiento a Dios por Su provisión, a la vez que ellos oran por aquellos que han dado para suplir su necesidad.
Pidamos a Dios que nos ayude a ser fieles y agradecidos en la situación en la que nos encontremos en el momento, deseando dar la gloria a Dios con todo lo que nos da.
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La Palabra de Dios enseña una ética de trabajo en la que la remuneración es el resultado del esfuerzo. Al mismo tiempo, algunos textos bíblicos muestran un sistema de ayuda al necesitado. Esto no es contradictorio. No deberíamos utilizar textos bíblicos para defender un sistema capitalista ni tampoco ir al otro extremo para defender un sistema económico social comunista que elimina el principio establecido por Dios que dice “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”
Pablo clarifica los principios de prosperidad y generosidad en los capítulos 8 y 9, mostrándonos un ciclo precioso por el que el nombre de Dios es glorificado a través de los recursos que nos da diariamente y de la generosidad de sus hijos hacia los que en un momento dado sufren necesidad.
Así en el capítulo 9 encontramos los conocidos versículos sobre la generosidad: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;” (2 Corintios 9:7-8)
Ejemplo de esto lo tenemos en Cristo, de quien leemos en el 8:9 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”
Este principio de generosidad va dirigido al dador, y no al que recibe. El que recibe, nos dice al final del capítulo 9 debe en respuesta mostrar gratitud, dando gloria a Dios que provee para cada uno, reconociendo que es Dios el que da a cada uno. Y como leemos en el mismo texto,en otra ocasión el que ha recibido será el dador, según sea prosperado. Porque Dios ha diseñado un sistema en el que aquel que se esfuerza y trabaja, recibirá recompensa por su labor.
Leemos en 2 Corintios 9:6:
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.” Encontramos el principio de la siembra y la siega en diversos textos bíblicos. Dios ha ordenado el universo de forma que por regla general, aquel que siembra, segará en correspondencia con aquello que ha sembrado.
Sin embargo, a causa de la caída y el sistema fallido con el que tenemos que vivir en este mundo, hay épocas en que una buena siembra no produce una buena cosecha. Hay momentos de crisis que provocan escasez, ya sea debido al clima, a una crisis sanitaria, e incluso la mala administración de los recursos. Lo cierto es que es muy probable que en algún momento de nuestra vida, pasemos estrechez. Y para esos momentos, Dios ha establecido que los que tienen más, puedan ayudar a los que tienen menos. Esto está organizado principalmente de forma voluntaria y entre cristianos, no necesariamente organizado por un gobierno u otro.
Pablo cita Éxodo 16:18 en el capítulo 8:15 de su carta, diciendo: “como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.”
Esta frase se está refiriendo al milagro de provisión de maná en el desierto. Los del pueblo recogían cada día lo que iban a comer, y al final del día, no había sobras. Esto no nos está enseñando que nosotros no podemos o no debemos ahorrar. Todo lo contrario. Pablo les está hablando en el mismo texto en cuanto a las ofrendas con las que van a ayudar a los que vendrán a predicar y a ayudarlos, recordándoles que deben recoger para tener cuando estos vengan. Dios premia al trabajador fiel, y como podemos ver en los evangelio, el mejor trabajador es aquel que invierte sus talentos para multiplicar sus recursos. Aquellos que mejor administren sus bienes tendrán más para poder bendecir a otros.
Pablo y otros estaban administrando las ofrendas, y los cristianos de Corinto podían aportar de sus recursos para ayudar a otros cristianos que estaban pasando estrechez. Mas Pablo les asegura que el reparto se está haciendo honrada y justamente. Les dice en los versículos 13 y 14:
“Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad.”
Debía ser un sistema en el que en un momento marcado de necesidad, aquellos que pudieran, dieran de lo que Dios les había dado; en otro momento podrían ser estos últimos los que necesitaran la ayuda de los demás. Mas en 2 Corintios 9:10-11 Dios nos recuerda quien es el que al fin y al cabo, provee para cada uno. Dice así:
“Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.”
Dios es el que provee la semilla al que siembra y el pan al que come. Dios es el que multiplica y aumenta nuestros recursos, y lo hace con liberalidad. Y de lo que él nos da podemos utilizarlo de manera que traiga gloria a Dios.
Este ciclo se explica en los versículos que le siguen, los cuales nos muestran cómo al dar para suplir las necesidades de otro, despertamos en estos agradecimiento a Dios por Su provisión, a la vez que ellos oran por aquellos que han dado para suplir su necesidad.
Pidamos a Dios que nos ayude a ser fieles y agradecidos en la situación en la que nos encontremos en el momento, deseando dar la gloria a Dios con todo lo que nos da.
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Author | David y Maribel |
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