Ester-100 La providencia de un Dios fiel
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Los eventos en el libro de Ester muestran la soberanía de un Dios al que, aunque en ningún momento se le menciona por nombre, se puede apreciar en el modo...
show moreMardoqueo, hombre judío que habitaba en Susa, era un hombre de influencia en palacio. Este tenía la tutela de su prima Ester, la cual llegó a ser reina.
Mardoqueo era fiel al rey de Persia, y esto lo podemos ver en Ester 2:19-23:
“En aquellos días, estando Mardoqueo sentado a la puerta del rey, se enojaron Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Asuero. Cuando Mardoqueo entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo. Se hizo investigación del asunto, y fue hallado cierto; por tanto, los dos eunucos fueron colgados en una horca. Y fue escrito el caso en el libro de las crónicas del rey.”
Sin embargo, nada se hizo para agradecer a Mardoqueo su fidelidad.
Durante este tiempo, Amán hagagueo llegó a ser un alto cargo en la casa del rey de Persia. Este hombre era orgulloso y había conseguido del rey un mandato para que todos los que estaban al servicio del rey se arrodillaran y se inclinaran ante él. Pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se inclinaba ante Amán. Al preguntarle los de palacio porqué no se arrodillaba, Mardoqueo desveló que él era judío. Mas Amán se llenó de ira, y no solo lo pagó con Mardoqueo, sino que determinó destruir a todos los judíos en el reino.
“Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir.
Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey.”
Asuero, que parece que no se preocupaba de analizar las situaciones, sino que accedía a lo que le presentaran en el momento, accedió a la petición de Amán y le dio su anillo para que hiciera lo que bien le pareciera con el pueblo judío y con los bienes que confiscara.
Fue así que el pueblo judío del imperio persa llegó a estar en peligro de muerte, a causa del orgullo de Amán y la necedad del rey Asuero.
Curiosamente, Dios tenía otros planes. Mientras Amán se preparaba para ejecutar a Mardoqueo y matar a los judíos del reino, Dios hizo que el rey Asuero no durmiera bien una noche, de modo que pidió que le leyeran las crónicas del reino. Puede que pensara que con esa lectura sería fácil ser vencido por el sueño. Y sin embargo, le leyeron sobre aquella conspiración que los dos eunucos habían tramado contra él y cómo Mardoqueo había denunciado el plan que había oído a la puerta de palacio, salvándole la vida al rey. El rey preguntó que qué se había hecho para agradecer a este hombre Mardoqueo, y descubrió que de ningún modo se le había premiado. Así que, a la mañana siguiente, cuando Amán llegó a la presencia del rey, este le preguntó:
“Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí?
Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.” Ester 6:6-9
Así es como Amán acabó siendo el elegido para pasear a Mardoqueo, pregonando honra para aquel que él más odiaba.
La reina Ester, habiendo decidido revelar su identidad e interceder por su pueblo, organizó banquete e invitó al rey y a Amán, y después del segundo banquete, la reina denunció el odioso plan de Amán de destruir a los judíos, desvelando que ella misma y Mardoqueo, el que el rey acababa de honrar, eran judíos también.
El libro concluye con Amán sufriendo el fin que este había planeado para Mardoqueo. Y el rey firmó un edicto para que los judíos en todo lugar pudieran defenderse si eran atacados.
Dios, en su providencia, cuidó a su pueblo, una vez más, no porque su pueblo fuera perfecto, sino porque Dios es fiel a sus promesas. Dios había prometido a Abraham que Él cuidaría a su pueblo y prepararía el camino para que el Mesías viniera a este mundo. Y aunque muchos han querido exterminar al pueblo judío, vemos que Dios en su providencia los ha cuidado. Sus promesas son siempre fieles.
El libro de Ester nos muestra el amor y el cuidado de Dios hacia los que son suyos. Muchas veces nos avergonzamos de proclamar su nombre, y no compartimos quién es Dios para nosotras, pero vemos que Dios nunca se olvida de los que son suyos, y está atento a nuestras oraciones. Gracias a Dios por su cuidado y la providencia con la que nos protege. A Él sea toda la gloria.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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