Evangelio Del Día Lunes 14 de Noviembre | Señor Que Vea | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 14 DE NOVIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXXIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II I Semana...
show moreLITURGIA - 14 DE NOVIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
I Semana del Salterio
Primera Lectura Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5
Salmo 1
Evangelio Lucas 18, 35-43
“¡Ten compasión de mí!”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Pensemos en la historia de Bartimeo, un personaje del Evangelio (cf. Mc 10,46-52 y par.) y, os lo confieso, para mí el más simpático de todos. Más fuerte que cualquier argumento en contra, en el corazón de un hombre hay una voz que invoca. Todos tenemos esta voz dentro. Una voz que brota espontáneamente, sin que nadie la mande, una voz que se interroga sobre el sentido de nuestro camino aquí abajo, especialmente cuando nos encontramos en la oscuridad: “¡Jesús, ten compasión de mí! ¡Jesús, ten compasión mi!”. Hermosa oración, ésta. (Audiencia General, 6 mayo 2020)
Reflexión del Evangelio de hoy (Dña. Montserrat Palet Dalmases)
La gracia y la paz
En las primeras palabras aparecen el título, el origen y el contenido del libro. Es un “apocalipsis” es decir, una “revelación” de lo que tiene que suceder pronto. Se refiere a la manifestación de Cristo en gloria y poder al final de los tiempos.
Juan, el testigo de la Palabra, transmite lo que ha visto y oído, esforzándose por descubrir, el aspecto luminoso de la persecución que viven los cristianos. La comunidad cristiana recibe con fe y veneración este mensaje, y se dispone a ponerlo en práctica sin tardanza.
El libro va dedicado a las siete iglesias de Asia, localizadas alrededor de Éfeso. Probablemente, también a las iglesias cristianas de todos los tiempos, ya que la cifra siete es el símbolo de la plenitud.
El saludo une dos deseos profundos: la gracia (griego) y la paz (hebreo). Los dos son dones de Dios, llamado aquí “el que es y era y viene”.
Los “siete espíritus”, designan el espíritu perfecto, el Espíritu Santo.
La iglesia de Éfeso fue fundada por San Pablo en la capital de la provincia romana de Asia. Era la iglesia de una metrópolis. Cristo se presenta como Señor de todas ellas.
El Apocalipsis es, probablemente, el libro más comentado de todos los que forman la Sagrada Escritura. La Iglesia encontró en él un valor excepcional para fortalecer al pueblo de Dios en todas las épocas de la historia. En el último libro del Nuevo Testamento encontró la Iglesia un mensaje de esperanza, consuelo y aliento en la prueba que suponen para los cristianos los halagos de este mundo o las amenazas de los perseguidores. Por eso la Iglesia de todos los tiempos lo lee en las celebraciones litúrgicas, principalmente en el tiempo de Pascua.
¿Qué quieres que haga por ti?
Sentado al lado del camino por donde pasa Jesús está un ciego. Se trata de un hombre que conoce muy bien lo que es el dolor de la vida y el rechazo de la sociedad.
Jesús pasa por allí, camino de Jerusalén. Paradójicamente, es el ciego el que llega a “ver” quién es Jesús, el Mesías. Y esa luz interior del hombre que tiene fe le impulsa a gritar cada vez con más fuerza e insistencia, ¡ten compasión de mí! Esta actitud provoca dos reacciones; la repulsa de la gente a quien molestan los gritos que piden ayuda y el interés y acogida de Jesús que ha venido a salvar a los hombres.
La pregunta de Jesús parece ingenua, ¿qué quieres que haga por ti? ¿Qué puede desear ardientemente un ciego, sino ver? Pero este hombre, que pasaba todos sus días pidiendo unas monedas para poder vivir tiene fe en Jesús, cree que Él le puede dar más, porque es Dios, y por eso se atreve, confiado, a pedirle la vista. La misma súplica: “Señor, que vea otra vez” es un acto de fe. Y esa fe le cura, y con la curación, la salvación entra en él. Sigue a Jesús, camino de Jerusalén, alabando a Dios.
Si Jesús se presentase a nosotros ahora, preguntándonos lo que queremos de Él, ¿cuál sería nuestra petición?, ¿algo que también un poderoso de la tierra puede darnos, o bien lo que sólo Dios puede otorgar? Y, sin embargo, la fe nos dice que no es necesaria la presencia física de Jesús de Nazaret para obtener de Dios todo lo que le pedimos.
¿Cuál es para ti la mayor felicidad?
¿Qué le pedirías a Jesús si hoy se presentase y te preguntara qué quieres de Él?
LECTURA DEL DÍA
Comienzo del libro del Apocalipsis
Apoc 1, 1-4; 2, 1-5
Ésta es la revelación que Dios le confió a Jesucristo, para que él manifestara a sus servidores lo que tiene que suceder en breve, y que comunicó, por medio de un ángel, a su siervo Juan. El cual narra lo que vio y afirma que es palabra de Dios, atestiguada por Jesucristo. Dichosos los que lean y escuchen la lectura de esta profecía y hagan caso de lo que en ella está escrito, porque el tiempo señalado está cerca.
Yo, Juan, les deseo la gracia y la paz a las siete comunidades cristianas de la provincia de Asia, de parte del que es, del que era, del que ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono.
Oí al Señor, que me decía: “Al encargado de la comunidad cristiana de Efeso escríbele así: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y camina entre los siete candelabros de oro:
‘Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo, y descubriste que eran unos mentirosos. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga. Pero tengo en contra tuya que ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes’ ”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 35-43
Lc 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” Él le contestó: “Señor, que vea”. Jesús le dijo: “Recobra la vista; tu fe te ha curado”.
Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Oración
Señor, mantén en mí el fuego de tu amor; mantén viva la llama del entusiasmo y la profunda necesidad que tengo de ti. No permitas, Señor, que ni Satanás, ni las preocupaciones del mundo, ni nada, ni nadie me robe el amor del principio. Que mi deseo profundo de ti permanezca, no solo como al princpio, sino que vaya en aumento hasta gozar de tu gloria eternamente.
Acción
Hoy recordaré y contaré a alguien el primer momento en que me sentí enamorado de
Dios, al recordar ese momento, también me fijaré qué me está faltando ahora para que ese amor esté más vivo.,
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