Evangelio Del Día Martes 2 de Agosto | Nada Es Imposible Para Ti | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 02 DE AGOSTO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XVIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
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Ciclo C - Año II - Color Verde
XVIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Jeremías 30, 1-2. 12-15. 18-22
Salmo 101
Evangelio Mateo 14, 22-36
“Realmente eres Hijo de Dios”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Este episodio es una imagen estupenda de la realidad de la Iglesia de todos los tiempos: una barca que, a lo largo de la travesía, debe afrontar también vientos contrarios y tempestades, que amenazan con hundirla. Lo que la salva no es el coraje y las cualidades de sus hombres: la garantía contra el naufragio es la fe en Cristo y en su palabra. Esta es la garantía: la fe en Jesús y en su palabra. (Ángelus, 13 de agosto de 2017)
Reflexión del Evangelio de hoy (Hna. Ana Belén Verísimo García OP)
La liturgia de la Palabra de hoy nos sitúa en un contexto de conocimiento personal que nos permite conocer y reconocer el paso de Dios por entre las diversas circunstancias de la vida, de nuestra vida, también de la propia vida. Hacer una lectura de fe, implica ver, sentir, percibir y vivir en la clave del Amor.
Y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios
Esta es la gran promesa que brota del pacto que Dios ha realizado con la humanidad. La imagen que surge de inmediato, son esos lugares que en muchos lugares, como estaciones de tren, plazas turísticas, grandes centros comerciales, etc. llaman de Punto de Encuentro. Ese lugar en el cual nos damos cita para encontrarnos en medio de una gran multitud. Dios también nos cita en un Punto de Encuentro. Su Promesa implica nuestra pertenencia. Una promesa con doble dirección. Significa movimiento por ambas partes: las personas y Dios. Se trata de llegar a encontrarnos.
Quien nunca desiste en este movimiento de Encuentro es Dios. Es su decisión y su firme compromiso. Él siempre está allí. A veces, nosotros, en vez de dirigirnos al Punto de Encuentro, tomamos otras opciones y nos alejamos. Muchos pueden ser los motivos: fascinación por escaparates y luces, por comidas, por bullicio, por curiosidad... y a este camino que fascina y engaña, entramos por iniciativa de la propia libertad. Un ejercicio de la libertad que no siempre nos conduce a sacar lo mejor de uno mismo, sino lo más decepcionante y egoísta que nos habita.
Dios nos conoce en lo más profundo de nosotros mismos y no está dispuesto a “perdernos”. Hace de todo para que el Amor triunfe. No por desconocimiento: “¿por qué gritas? Tu llaga es incurable”. Sin embargo, la única medicina que puede curar es la firme decisión de Dios: “cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob, voy a compadecerme”. Sólo así seremos “reconstruidos desde nuestras ruinas, se escucharán voces de fiesta, creceremos y no menguaremos”.
y Dios continúa creyendo y esperando en cada uno de nosotros, y en boca del profeta expresa un deseo profundo: “¿quién arriesgaría su vida por ponerse cerca de mí?”. El Amor espera y aguarda, no impone ni limita la libertad. Sueña que cada uno de nosotros vayamos por propia iniciativa hacia el Punto de Encuentro, sueña que en ese camino nos demos las manos y nos ayudemos unos a otros a llegar.
Subió al monte a solas para orar
El texto del Evangelio es amplio en el mensaje que hoy nos revela. Sin embargo, esta pequeña frase: “subió al monte a solas para orar” resuena como clave de lectura, no sólo de lo que se relata a continuación, sino también del compromiso que Jesús tiene por vivir y realizar la voluntad del Padre en todas las circunstancias: “¿Quién arriesgaría su vida por ponerse cerca de mí?”.
Según el relato de este capítulo, las circunstancias vividas en aquellos días y en aquel día, habían sido muy intensos: el asesinato de Juan Bautista, el deseo de Jesús por tener un tiempo para sí mismo en un lugar despoblado y la necesidad de responder a las diversas carencias de un gentío inmenso que le localiza incansablemente... Sólo le queda la noche... Tiempo y Punto de Encuentro con el Padre. Espacio de búsqueda y de comprensión de lo que está pasando. Soledad y silencio para escuchar al Amor.
Reconstruido internamente, Jesús sale al encuentro de los discípulos, que no se encuentran tampoco en la mejor situación: en la barca, rumbo a la otra orilla, tal y como Jesús les había pedido, los vientos eran contrarios... reconocer la presencia del Maestro en circunstancias adversas es difícil... normalmente le queremos encontrar como “normalmente” ya le hemos encontrado... es normal confundirle con un fantasma... La situación da miedo... y aunque queremos y deseamos profundamente arriesgar la vida por ponernos cerca de Jesús, a veces la fe se nos revela pequeña y frágil, sentimos que nos hundimos, clamamos: “Señor, sálvame”.
La duda hace parte del camino de la fe. Gracias a la duda damos saltos de fe profundamente significativos, nos abandonan nuestras certezas y experimentamos que nos hundimos para nuevamente poder reconocer que Él, realmente es el Hijo de Dios. Y así, entre dudas y certezas continuamos la travesía para llegar a dónde Él tiene que llegar y realizar la misión que Él tiene que realizar. Aunque vivir así, de esta forma, asumiendo la vida de fe, implica abrazar un día muy atareado y una noche como espacio de soledad y silencio, de Punto de Encuentro con el Señor.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Jeremías
Jer 30, 1-2. 12-15. 18-22
Estas palabras le fueron dirigidas a Jeremías de parte del Señor: “Esto dice el Señor, Dios de Israel: ‘Escribe en un libro todas las palabras que te he dicho’ ”.
“Esto dice el Señor:
‘Tu quebranto es irremediable
e incurables tus heridas.
Estás desahuciado.
Hay heridas que tienen curación,
pero las tuyas no tienen remedio.
Todos tus amantes te han olvidado
y ya no preguntan por ti.
Como si fuera tu enemigo, te herí
y te impuse un cruel castigo
por tu gran culpa, por tus enormes pecados.
¿Por qué te quejas de tus heridas?
Tu dolor es irremediable.
Por tu gran culpa, por tus enormes pecados
te he tratado así’ ”.
“Esto dice el Señor:
‘Yo cambiaré la suerte del pueblo de Israel:
lo haré volver a su patria;
me apiadaré de sus casas,
la ciudad será reedificada
sobre sus propias ruinas
y el templo será reconstruido
tal como era.
Se escucharán himnos de alabanza
y los cantos de un pueblo que se alegra.
Y los multiplicaré y ya no serán pocos,
los honraré y ya no serán despreciados;
sus hijos serán como eran antes,
la comunidad que está delante de mí,
y yo castigaré a todos sus enemigos.
Un príncipe nacerá de mi pueblo,
uno de ellos mismos será su jefe.
Yo lo haré acercarse y él vendrá hasta mí;
porque, si no, ¿quién se atreverá a acercarse a mí?
Ustedes serán mi pueblo
y yo seré su Dios’ ”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 14, 22-36
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.
Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.
Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.
Oración
Gracias, Señor, porque a pesar de mi infidelidad, tú siempre permaces fiel buscando lo mejor para mi vida. Es algo que no entiendo pero que acepto con gran amor y reverencia. Acepto, Señor, tu misericordia, acepto que reedifiques mis ruinas y rehagas mi casa, es decir, mi interior, el lugar en donde tu Espíritu ha venido a vivir. Levántame con tu gracia y que cada vez más mi ser pueda ser un digno templo de tu Espíritu Santo.
Acción
Hoy cantaré constantemente al Señor en señal del gozo y gratitud por su misericordia.
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