Evangelio Del Día Martes 31 de Enero | Tu Fe Te Ha Sanado | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 31 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde IV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo III IV Semana...
show moreLITURGIA - 31 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Verde
IV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo III
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 12, 1-4
Salmo 21
Evangelio Marcos 5, 21-43
“No temas; basta que tengas fe”
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Dominicas de Daroca)
Invitación a la penitencia
La invitación a la penitencia es presentada con una imagen de la vida deportiva de la época. Los espectadores de la carrera son todos los testigos de la fe. Esto debe ser un motivo importante para que corramos con ardor. Debemos despojarnos del pecado, de todo aquello que contraría la voluntad de Dios. Siguiendo la metáfora, el que corre no debe mirar ni a la derecha ni a la izquierda. Debe tener puestos los ojos en la meta a la que se dirige, la meta es la fe.
De la nube tan densa de testigos que nos habla este pasaje de la carta a los hebreos, pasa ahora al testigo por excelencia, el pionero “que inició y consumó la fe” superando todas las pruebas; Jesús.
Y así les exhorta a la fe y a la esperanza usando una expresión realista y densa de significado: “fijos los ojos”, como cuando uno pone la confianza en otra persona y espera la respuesta de alguien que te puede ayudar a salir de la situación de sufrimiento y angustia en que te encuentras.
“Fijos los ojos en Jesús, el que inició y completa nuestra fe” y que es nuestro modelo en todo. Nosotros no podemos perder el ánimo por miedo a las pruebas, tenemos que seguir adelante por muchos sufrimientos que tengamos en la vida, pues nos dice, “Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado”
La fe mueve montañas
En este pasaje nos dice San Marcos que a Jesús le seguía mucha gente. La multitud le seguía porque escuchaban sus palabras, que eran palabras de vida y vida eterna.
Lo siguen personas de toda clase y condición. Hoy nos presenta Marcos a este personaje llamado Jairo, Jefe de la Sinagoga, tiene una hija enferma y quiere decírselo a Jesús, ¿cómo?: se acercó, se postró y lleno de fe le dijo, mi niña está en las últimas; “ven pon la mano sobre ella para que se cure y viva”. Jesús se marchó con él.
La intención del Evangelista Marcos era indicar que Jesús es el verdadero Mesías.
Había entre la muchedumbre una mujer que sufría flujos de sangre hacía doce años, ningún médico le había curado. Oyó hablar de Jesús y se dijo, si logro tocar el manto de Jesús curaré; se acercó a él y le tocó el manto con gran fe y quedo curada; Jesús dijo ¿”quién me ha tocado”?, y al verla le dijo: “tu fe te ha curado, vete en paz y con salud”
Así le pasó al Jefe de la Sinagoga cuando le dijeron que no molestara más al Maestro, su hija había muerto, el Señor le dijo, “No temas; basta que tengas fe.” Jairo ya tenía fe cuando pensó en ver a Jesús, pero ahora le aumentó al decirle Jesús que le bastaba tener fe, y así fue, la fe del padre curó a la niña.
¿Nosotros tenemos fe y hacemos uso de ella en nuestra vida cuando surgen desgracias y problemas en nuestro caminar de cada día?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta a los Hebreos
Heb 12, 1-4
Hermanos: Rodeados, como estamos, por la multitud de antepasados nuestros, que dieron prueba de su fe, dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe. Él, en vista del gozo que se le proponía, aceptó la cruz, sin temer su ignominia, y por eso está sentado a la derecha del trono de Dios.
Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo. Porque todavía no han llegado ustedes a derramar su sangre en la lucha contra el pecado.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 5, 21-43
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?” Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’ ” Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Oración
Señor Jesús, que nos invitas constantemente a seguirte para vivir contigo eternamente en la casa de tu Padre, ayúdanos con la luz de tu Espíritu Santo a descubrir lo que quieres de nosotros para que merezcamos esa vida eterna a la que nos invitas y nos esforcemos diariamente para merecerla. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Acción
Hoy viviré cada momento de mi vida con la intensidad que viene de saber que Cristo me llama a vivir el cielo desde aquí, sirviendo a mis hermanos y solidarizándome con los que sufren.
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