Evangelio Del Día Miércoles 21 de Diciembre | Cristo Luz Del Mundo | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 21 DE DICIEMBRE DE 2022 Ciclo A - Año I - Color Morado IV Semana del Tiempo de Adviento Liturgia de las Horas Tomo I IV...
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Ciclo A - Año I - Color Morado
IV Semana del Tiempo de Adviento
Liturgia de las Horas Tomo I
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Sofonías 3, 14-18
Salmo 32
Evangelio Lucas 1, 39-45
“Lo que ha dicho el Señor se cumplirá”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El evangelista nos dice que «se levantó María y se fue con prontitud» (v. 39) hacia Isabel: apresurada, no ansiosa, no ansiosa, sino con prontitud, en paz. «Se levantó»: un gesto lleno de preocupación. Podría haberse quedado en casa para prepararse para el nacimiento de su hijo, en lugar de eso, se preocupa primero de los demás que de sí misma, demostrando, de hecho, que ya es una discípula de ese Señor que lleva en su vientre. El evento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad; además, la auténtica caridad es siempre el fruto del amor de Dios. La visita del evangelio de María a Isabel, que escuchamos hoy en la misa, nos prepara para vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe y la caridad. Este dinamismo es obra del Espíritu Santo: el Espíritu de amor que fecundó el seno virginal de María y que la instó a acudir al servicio de su pariente anciana. Un dinamismo lleno de alegría, como vemos en el encuentro entre las dos madres, que es todo un himno de júbilo alegre en el Señor, que hace grandes cosas con los pequeños que se fían de él. (Angelus, 23 diciembre 2018)
Reflexión del Evangelio de hoy (Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.)
Levántate, amada mía, hermosa mía y vente
El autor del Cantar de los Cantares es un poeta inspirado que quiere cantar al amor. Ignoramos cuándo y dónde compuso su obra; la tendencia actual es situarla en el post-exilio, tal vez el s. II a.C. ¿Trata el Cantar del amor divino o del amor humano? Esta ha sido la eterna pregunta a la que han tratado de responder los exégetas, sin embargo, no podemos olvidar que el amor es el símbolo más elocuente y digno para hablar de Dios: “Dios es Amor” (1 Jn 4,8.16).
El texto que nos presenta la liturgia pertenece al segundo poema del Cantar (2,8-3,5). El canto anterior terminaba evocando la felicidad de la presencia mutua. Éste se abre presuponiendo que el amado ha desaparecido, por eso ella declara: "Oigo a mi amado, que está llegando”. Junto a esta actitud expectante encontramos la llamada del amado: “Levántate, amada mía, hermosa mía, ¡ven!”. Ambos, en un diálogo amoroso, aparecen en posición de movimiento el uno hacia el otro; mientras ella espera ilusionada la llegada de su amado, él la llama a su encuentro. Junto a esta tensión, ante el posible encuentro amoroso, encontramos la explosión de vida, del despertar de la naturaleza que trae de nuevo la primavera. El frescor de un mundo de colores, de aromas, vibrando en promesas de vida, impregna todo el poema.
El canto ha sido leído por la tradición como esa experiencia de la presencia-ausencia de Dios que llama a su encuentro. La actitud del llamado es la de una espera atenta y expectante ante el Dios que está llegando. “Mi alegría es vigilar, esperar junto al camino” dirá Tagore en su Ofrenda Lírica. ¿En este tiempo de Adviento me sitúo en espera atenta y vigilante de Aquel que va a llegar?
Lo que ha dicho el Señor se cumplirá
Tras el encuentro con el ángel Gabriel, María se pone en camino con prontitud a una ciudad de Judá y entra en casa de Zacarías. Ella percibe la invitación a salir de sí misma, de su ciudad, de su paisaje conocido, para ser portadora de Gran Buena Noticia: Dios se ha hecho uno de nosotros.
Los anuncios de Dios siempre dinamizan encuentros e incitan a hacer saludos “pro-vocativos”. Al saludar María a Isabel, el niño salta de gozo en el seno de su madre como hiciera David durante el traslado del arca de la Alianza que “iba danzando delante del arca con gran entusiasmo” (2 Sm 6,5), e Isabel se llena de Espíritu Santo. Ambos, madre e hijo, quedan impactados por el encuentro. María es arca de la nueva Alianza y el salto de alegría del niño es expresión del gozo de los tiempos mesiánicos.
María es saludada por Isabel de acuerdo a su nueva condición: “Bendita entre las mujeres” con una frase que recuerda la bendición dirigida a grandes mujeres como Yael (Jc 5,24) o Judit (Jdt 13,18) en sendos cánticos por sus hazañas grandiosas en favor del pueblo. Al llamarla “la madre de mi Señor” (v.43), Isabel afirma que María es la madre de aquel a quién Dios ha constituido Mesías y Señor.
María es invocada también como “bienaventurada”, dichosa por su fe, por haberse fiado de la palabra del mensajero del Señor, por confiar en que Dios siempre cumple su Palabra. Así aparece como icono de todo creyente, de todo discípulo, de todo aquel que se fía de la Palabra del Señor. Por eso, en ese momento, María estalla de alegría y proclama su Magníficat de acción de gracias al Señor. ¿Experimento yo el gozo al sentir cerca la presencia del Señor? ¿Se me podría también llamar “dichoso/dichosa” porque creo que la Palabra que Dios me dirige cada día se va a cumplir?
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro del Cantar de los Cantares
Can 2, 8-14
Aquí viene mi amado saltando por los montes,
retozando por las colinas.
Mi amado es como una gacela, es como un venadito,
que se detiene detrás de nuestra tapia,
espía por las ventanas y mira a través del enrejado.
Mi amado me habla así:
“Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven.
Mira que el invierno ya pasó;
han terminado las lluvias y se han ido.
La flores brotan ya sobre la tierra;
ha llegado la estación de los cantos;
el arrullo de las tórtolas se escucha en el campo;
ya apuntan los frutos en la higuera
y las viñas en flor exhalan su fragancia.
Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven.
Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas,
en las grietas de las peñas escarpadas,
déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz,
porque tu voz es dulce y tu rostro encantador”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 1, 39-45
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Oración
Padre lleno de amor, que has querido participar de la vida humana para así hacernos partícipes de tu vida divina, haz que vivamos con ánimo agradecido por este don que nos has dado y que, nuestra gratitud, nos lleve a vivir como Jesús, en la gratitud para contigo y en el servicio y la solidaridad con el hermano que sufre y llora.
Acción
Hoy llevaré la presencia amorosa de Dios a mis hermanos que sufren, a través de mi apoyo, comprensión y servicio.
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