Evangelio Del Día Miércoles 8 de Febrero | Jesus Sana El Corazón | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 08 DE FEBRERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde V Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo III I Semana...
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Ciclo A - Año I - Color Verde
V Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo III
I Semana del Salterio
Primera Lectura Génesis 2, 4-9. 15-17
Salmo 103
Evangelio Marcos 7, 14-23
“Nada de lo que entra en el hombre puede mancharlo”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Ante todo, tener cuidado con los hipócritas, es decir estar atentos a no basar la vida en el culto de la apariencia, de la exterioridad, en el cuidado exagerado de la propia imagen. Y, sobre todo, estar atentos a no doblegar la fe a nuestros intereses. No aprovecharse nunca del propio rol para aplastar a los demás, ¡nunca ganar sobre la piel de los más débiles! Y estar alerta, para no caer en la vanidad, para no obsesionarnos con las apariencias, perdiendo la sustancia y viviendo en la superficialidad. Preguntémonos, nos ayudará: en lo que decimos y hacemos, ¿deseamos ser apreciados y gratificados o dar un servicio a Dios y al prójimo, especialmente a los más débiles? Estemos alerta ante las falsedades del corazón, ante la hipocresía, ¡que es una enfermedad peligrosa del alma! (Angelus, 7 noviembre 2021)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Hna. Virgilia León Garrido O.P.)
Nada de lo que entra en el hombre puede mancharlo
Hoy Jesús en el evangelio de Mc nos enseña que todo lo que Dios ha hecho es bueno. Es, más bien, nuestra intención no recta la que puede contaminar lo que hacemos. Esta enseñanza de Jesús desconcierta no solo a la gente que le busca sino hasta a los mismos discípulos que una vez más le preguntan “sobre el sentido de la comparación” que ha expresado ante la gente. Jesús aprovecha esta ocasión para colocar los firmes cimientos y principios en los cuales se debe asentar la auténtica moralidad.
Jesús se ha encarado con los fariseos por la forma legalista con la que actúan e imponen a todos sus prescripciones, llegando a matar el espíritu de la ley. A Jesús le importa la gente, ve que la ley de los fariseos les está encadenando, impidiendo de vivir la verdadera libertad de los hijos de Dios. Jesús les dice que lo importante no es mantener la “pureza legal” ajustándose escrupulosamente a la letra de la ley en lo referente aquí a los alimentos y su preparación. Es más: No hay por qué pensar que hay unos alimentos más “puros” que otros; todos vienen de la mano de Dios y están, por disposición suya, al servicio del ser humano.
Jesús llama la atención sobre lo que procede del interior, lo que se genera en el corazón humano. Ahí es donde reside la fuente de nuestros actos: los buenos y los malos.
Por eso, Jesús nos dice: “Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre” (Mc 7,15). La experiencia de la ofensa a Dios es una realidad. No necesitamos ser lumbreras para constatarlo. Con facilidad descubrimos esa huella profunda del mal en nosotros y en nuestro mundo esclavizado por el pecado. La misión que Jesús encargó a sus discípulos y nos sigue encargando hoy, es limpiar confiando en su gracia todo lo que contamina los corazones y esclaviza nuestro mundo. Sólo nuestra voluntad puede estropear el plan divino, vivamos vigilantes para que no sea así. Podemos hacer grandes cosas si nos damos cuenta de que cada uno de nuestros actos humanos se transforma unidos al querer de Dios.
Jesús hace aquí mención solamente a la fuente de nuestros actos malos. Nosotros también sabemos que en el corazón del ser humano anida todo lo bueno que somos capaces de hacer para que el Reino de Dios siga creciendo en nuestro mundo. Practiquemos esta invitación como comunidad cristiana.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro del Génesis
Gn 2, 4-9. 15-17
Cuando el Señor Dios hizo el cielo y la tierra, no había ningún arbusto en el campo, ni había brotado ninguna hierba silvestre, pues el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra y no había hombres que labraran el suelo y abrieran canales para que corriera el agua y se regaran los campos.
Un día, el Señor Dios tomó polvo del suelo y con él formó al hombre; le sopló en la nariz un aliento de vida, y el hombre comenzó a vivir. Después plantó el Señor un jardín al oriente del Edén y allí puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, de hermoso aspecto y sabrosos frutos, y además, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.
El Señor Dios le dio al hombre esta orden: "Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal te mando que no comas, porque el día en que comas de él, morirás sin remedio".
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 7, 14-23
En aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro".
Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: "¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?" Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.
Luego agregó: "Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre".
Oración
Señor, gracias por tus mandamientos, gracias porque siempre buscas guardarme de aquello que me hace mal. Dios mío, en tu nombre rechazo el pecado y, junto con él, la muerte que produce, en cambio, Señor, sigue soplando sobre mí tu aliento de vida, vivifica todo mi ser hasta ser realmente la persona que pensaste mientras me moldeabas con tus manos.
Acción
Hoy meditaré en cómo las situaciones de pecado que aún no puedo dejar y tomaré medidas para elegir siempre la vida de fidelidad a Dios.
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