Evangelio Del Día Sábado 18 de Febrero | Transfiguración | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 18 DE FEBRERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde VI Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo III II Semana...
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Ciclo A - Año I - Color Verde
VI Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo III
II Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 11, 1-7
Salmo 144
Evangelio Marcos 9, 2-13
“Grande es el Señor, incalculable su grandeza”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
En la Biblia el monte siempre tiene un significado especial: es el lugar elevado, donde el cielo y la tierra se tocan, donde Moisés y los profetas vivieron la extraordinaria experiencia del encuentro con Dios. Subir al monte es acercarse un poco a Dios (…) Pero tengamos cuidado: ese sentimiento de Pedro de que “es bueno estarnos aquí” no debe convertirse en pereza espiritual. No podemos quedarnos en el monte y disfrutar solos de la dicha de este encuentro. Jesús mismo nos devuelve al valle, entre nuestros hermanos y a nuestra vida cotidiana. Debemos guardarnos de la pereza espiritual: estamos bien, con nuestras oraciones y liturgias, y esto nos basta. ¡No! Subir al monte no es olvidar la realidad; rezar nunca es escapar de las dificultades de la vida; la luz de la fe no es para una bella emoción espiritual. No, este no es el mensaje de Jesús. Estamos llamados a vivir el encuentro con Cristo para que, iluminados por su luz, podamos llevarla y hacerla brillar en todas partes. Encender pequeñas luces en el corazón de las personas; ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza: ésta es la misión del cristiano. (Ángelus, 28 febrero 2021)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fr. Ángel Romo Fraile)
El que se acerca a Dios debe creer que existe
Este conocido pasaje de la Epístola a los Hebreos representa un arquetipo de alegato de la fe que daría lugar, si hubiera espacio, a un riquísimo comentario; no habiendo lugar para ello podemos limitarnos a una de las ideas del texto que llama a nuestra reflexión: “el que se acerca a Dios debe creer que existe”. Esta indicación nos abre a preguntarnos si la fe es prerrequisito para conocer a Dios; pero, si es así, ¿dónde queda aquello de que la fe es una gracia infusa de Dios, esto es que Dios es el que llama? Así pues, ¿es el hombre el que se acerca a Dios o es Dios el que se acerca al hombre?
La primera opción – que es la que parece indicar el texto de Hebreos - nos aproximaría peligrosamente a la crítica moderna de que Dios es una creación del deseo del hombre y que la fe es un sentimiento, una emoción subjetiva.
En realidad, no podemos prescindir de ninguno de los dos lados de la cuestión, sino que necesitamos afirmar ambos, pues, en realidad, lo que acontece es un encuentro de dos que se buscan mutuamente: el hombre busca a su Creador y Dios llama a su creación. Dios llama a su criatura ser, a existir, a vivir y a vivir en Él, y en la fe, de hecho, vive el hombre. La fe no es pues, un sentimiento subjetivo, sino una existencia objetiva.
Pero, a su vez, desde su llamada a la existencia, el hombre busca a su Dios, y este sí que es prerrequisito para el encuentro, esa búsqueda que se constituye en el sentido del ser y de la existencia del hombre. Y esta búsqueda, este esfuerzo intelectual, espiritual y vital de la existencia del hombre se realiza en la esperanza: en la esperanza de la recompensa de que encontrará su meta. Así, el versículo de Hebreos bien puede concluir que Dios “recompensa a quienes lo buscan.”
No sabía qué decir, pues estaban asustados
Todo el Evangelio de Marcos está orientado hacia la Pasión y muerte de Jesús, de modo que las secciones anteriores son casi un gran prefacio de este momento culminante. No es, pues, de extrañar que este pasaje de la Transfiguración esté preñado de esta orientación y que se sitúe entre los dos primeros anuncios de la Pasión.
Dicho lo cual me gustaría centrar este comentario en la actitud en que se representa a los discípulos en este pasaje, a saber, el que “estaban asustados” y no sabían qué decir (en realidad, sólo Pedro, el representante de los discípulos para Marcos, dice algo; los demás permanecen mudos). Es decir estaban perplejos.
Esta situación nos ayuda a conectar con el comentario a Hebreos: el encuentro del hombre con Dios no puede sino producir perplejidad. Dios, en efecto, parece trastocar toda expectativa posible – racional o irracional – del hombre acerca de Dios; esto es, toda idea preconcebida de Dios está destinada al fracaso más rotundo. Esto no sólo nos serviría para desechar la mencionada crítica moderna de que Dios es un invento del deseo del hombre, sino también para considerar todos nuestros intentos humanos de aproximación a Dios como meramente provisionales. Una expresión de esto es aquella atribución que se suele hacer a Tomás de Aquino, que al final de su gran labor teológica habría dicho aquello de que “todo lo que he escrito es paja”.
Sea o no correcta esta atribución, lo relevante al caso es la idea que encierra: en efecto, ante Dios, toda teología y filosofía no es más que una expresión de la búsqueda de la racionalidad humana que está siempre en camino y que ante la presencia trascendente de Dios se queda “sin saber qué decir”.
Pero, ¿podemos hablar de alguna expresión de la presencia trascendente de Dios? En efecto: la mística y la estética son las dos grandes vías para este encuentro de dos seres trascendentes: Dios y el hombre. Podemos encontrar un ejemplo arquetípico de la unión de mística y estética en la obra de Fray Angélico (a quien hoy celebramos), cuya contemplación estática nos pone en contacto transfigurado con el Creador, dejándonos, en verdad, sin palabras.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta a los Hebreos
Heb 11, 1-7
Hermanos: La fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros mayores.
Por la fe, sabemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de suerte que aquello que vemos, surgió de lo que no vemos.
Por la fe, Abel ofreció un sacrificio más excelente que el de Caín, y por ella fue declarado justo, pues Dios mismo aceptó sus ofrendas; y por su fe nos sigue hablando después de muerto.
Por su fe, Henoc fue trasladado sin pasar por la muerte: Desapareció, porque Dios se lo llevó. La Escritura da testimonio a su favor de que, ya antes de ser trasladado, era agradable a Dios. Ahora bien, sin fe es imposible agradarlo, pues quien se acerca a Dios debe creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.
Por la fe, Noé aceptó el aviso de Dios sobre lo que aún no sucedía y con religioso temor construyó un arca para salvarse con su familia; su fe se constituyó en condena para el mundo incrédulo y él quedó establecido como heredero de la justicia que proviene de la fe.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 9, 2-13
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo amado; escúchenlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de 'resucitar de entre los muertos'.
Le preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?" Él les contestó: "Si fuera cierto que Elías tiene que venir primero y tiene que poner todo en orden, entonces ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Por lo demás, yo les aseguro que Elías ha venido ya y lo trataron a su antojo, como estaba escrito de él"..
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