Evangelio Del Día Sábado 23 de Julio | Sangre Del Cordero | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 23 DE JULIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XVI Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana...
show moreLITURGIA - 23 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XVI Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Jeremías 7, 1-11
Salmo 83
Evangelio Mateo 13, 24-30
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
“La vida cristiana es permanecer en mí”. Permanecer. Y este permanecer no es un permanecer pasivo, un adormecimiento en el Señor: esto sería quizás un “sueño beatífico”, pero no es eso. Este permanecer es un permanecer activo, y también es un permanecer recíproco. ¿Por qué? Porque Él dice: «Permaneced en mí, como yo en vosotros» (v. 4). Él también permanece en nosotros, no sólo nosotros en Él. Es una permanencia recíproca. En otra parte dice: Yo y el Padre «vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14,23). Es un misterio, pero un misterio de vida, un hermoso misterio. Esta permanencia recíproca. También con el ejemplo de los sarmientos: es cierto, los sarmientos sin la vid no pueden hacer nada porque la savia no circula, necesitan la savia para crecer y dar fruto; pero también el árbol, la vid necesita sarmientos, porque los frutos no están unidos al árbol, a la vid. Es una necesidad recíproca, es una permanencia recíproca para dar fruto. (Homilía Casa Santa Marta, 13 mayo 2020)
Reflexión del Evangelio de hoy (Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.)
No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí
A Pablo le llegan noticias de que las comunidades están inmersas en una grave crisis de de identidad cristiana. La incorporación de judíos judaizantes muy “radicales”, revolucionaron la unidad de las comunidades: cumplimiento de la Ley y la circuncisión.
Pablo creía que siguiendo los principios de la ley, sería considerado una buena persona por Dios y podría ir al cielo a su presencia. Así vivió gran parte de su vida hasta que tuvo su encuentro con el Señor en su camino a Damasco. Pudo comprender que esa ley lo único que traía a su vida era esclavitud y frustración pues, por él mismo, jamás lograría cumplirla en su totalidad. Por eso nos dice que Cristo no murió en vano sino que trajo justicia a nuestras vidas por su gracia y no porque nosotros tuviéramos que seguir la ley.
Nos recuerda que, en Cristo Jesús, hay un antes y un después. Que en Cristo Jesús, nuestra forma de vivir y de pensar son crucificadas junto con Él para no vivir más así sino empezar un nuevo camino en sus términos. Un camino que le da sentido a nuestra vida. Un camino que trae bendición.
Piénsalo. Cada vez que pones trabas a los principios de Dios ¿Qué pasa en tu vida? Por el contrario, ¿Cuál es tu experiencia cuando has obedecido y dejado que Dios guíe tus decisiones?
Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador
Hoy el Evangelio nos habla de la «vid y los sarmientos» para expresarnos la relación vital existente entre Jesús y el creyente, entre la Palabra de Jesús y el que la acepta como propia. La comparación que nos pone resalta la compenetración que tiene que haber entre Jesús y el creyente, entre el redentor y el redimido.
La salvación, viene a decirnos el Señor, es un regalo de Dios pero no se opera de un modo mágico. Insiste en la necesidad de permanecer unidos para dar frutos, guardando los mandamientos y manteniendo el amor mutuo. Quienes escuchaban a Jesús comprendían bien el alcance mesiánico de su mensaje ya que, a través de la Sagrada Escritura, el pueblo de Dios fue comparado en muchas ocasiones con la «viña»: una viña cuidada con gran cariño por Dios y, sin embargo, ella le responde con amargos frutos.
El labrador cuida con gran atención y cariño sus viñas para que no se deterioren y arruinen. Dios cuida de nosotros, pero debemos dejar que nos atienda, que nos «pode», que corte sarmientos inútiles. Si no le dejamos actuar, si nos desentendemos de él, quedaremos arruinados. Seremos como esos sarmientos que, desgajados de la cepa, se secan y solamente sirven para ser quemados.
La unión con Cristo es indispensable para dar fruto.¡Es imposible ser eficaces cristianamente si no estamos unidos a él! Ser cristiano exige vivir unido a Cristo. Sin esta unión de amistad seremos miembros secos en su Comunidad, en su Iglesia: «el que permanece en Mí y yo en él, ése dará mucho fruto». Por eso el Señor afirma que «sin Mí no podéis hacer nada».
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas
Gal 2, 19-20
Hermanos: Por la ley estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo.
Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Pues mi vida en este mundo la vivo en la fe que tengo en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 15, 1-8
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos’’.
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