Evangelio Del Día Sábado 28 de Enero | Retos Para Evangelizar | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 28 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde III Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo I III Semana...
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Ciclo A - Año I - Color Verde
III Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo I
III Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 11, 1-2. 8-19
Lucas 1
Evangelio Marcos 4, 35-41
“¿Quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que Él los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. (…) El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. (Del momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia, 27 de marzo de 2020).
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fray Juan José de León Lastra O.P.)
Por su fe son recordados los antiguos
La lectura comienza con esa “definición” de la fe, que tanta tinta han consumido los diversos intérpretes para alcanzar su significado; incluso para justificarla como definición de la fe.
En la definición de fe puede sorprender que hable de “la seguridad”, que se refiera a lo que “se espera”, y que sea “prueba” de lo que no se ve. No entramos en ello en este leve comentario.
Nos quedamos con lo que el texto dice a continuación. Va señalando notables personas que se movieron por la fe: Abrahán, Isaac, Jacob, Sara.
Su fe consistió en creer en la promesa que Dios les hacía. Promesa de una gran descendencia, “hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas”. No vieron cumplida esa promesa antes de la muerte; pero confiaron en quien se la hizo, Dios.
Eso es fe, confiar profundamente en Dios; de donde surge el ponerse a su disposición, obedecerle, fiándose de lo que Dios les promete, incluso cuando lo que se pide o anuncia es muy duro o imposible y supone cambiarles la vida.
Son ejemplos de fe que nos llevan a reflexionar cómo es nuestra fe. Analizar si está llena de confianza en quien creemos.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo
Es un cántico de fe y agradecimiento del padre de Juan Bautista, Zacarías, porque Dios había realizado su promesa “en favor de Abraham y su descendencia para siempre”. Lo que ha de llevarnos a servir a Dios “con santidad y justicia, en su presencia todos nuestros días”.
¿Quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
De nuevo la fe. Circunstancias difíciles en la travesía por el lago. A punto de naufragio. Jesús tranquilo, en medio del pavor de sus discípulos. La reacción más lógica es la de los discípulos.
La navegación había sido solicitada por Jesús. Él les había embarcado literalmente en la travesía del lago. Y no se inmuta ante el peligro en el que le introducido.
Cuando le preguntan si no le importa lo que está sucediendo, actúa. Y el viento se calma.
Y llega el reproche, ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
No, no la tenían tan fuerte que no se amedrentaran ante el peligro de naufragio.
Jesús ya había hecho ante ellos signos de su poder. También había manifestado el cariño hacia ellos. Los quería. ¿Porque no confiaban en él?
Jesús les dice que por cobardía. O, lo que es lo mismo, por falta de fe, de confianza en él.
Salvados, seguían espantados, dice el texto. Se formulaban la pregunta ¿quién es este a quien obedecen el viento y las aguas?
La fe es confianza, es la unión del cariño, el afecto de quien sabe más. Fe en el poder de quien merece esa confianza. Que exige saber de quién te fías. También de su poder.
¿Así es nuestra fe en Dios?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta a los Hebreos
Heb 11, 1-2. 8-19
Hermanos: La fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera, y de conocer las realidades que no se ven. Por ella, fueron alabados nuestros mayores.
Por su fe, Abraham, obediente al llamado de Dios, y sin saber a dónde iba, partió hacia la tierra que habría de recibir como herencia. Por la fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, en tiendas de campaña, como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, después de él. Porque ellos esperaban la ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por su fe, Sara, aun siendo estéril y a pesar de su avanzada edad, pudo concebir un hijo, porque creyó que Dios habría de ser fiel a la promesa; y así, de un solo hombre, ya anciano, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como las arenas del mar.
Todos ellos murieron firmes en la fe. No alcanzaron los bienes prometidos, pero los vieron y los saludaron con gozo desde lejos. Ellos reconocieron que eran extraños y peregrinos en la tierra. Quienes hablan así, dan a entender claramente que van en busca de una patria; pues si hubieran añorado la patria de donde habían salido, habrían estado a tiempo de volver a ella todavía. Pero ellos ansiaban una patria mejor: la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de ser llamado su Dios, pues les tenía preparada una ciudad.
Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba, se dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único, garantía de la promesa, porque Dios le había dicho: De Isaac nacerá la descendencia que ha de llevar tu nombre. Abraham pensaba, en efecto, que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso le fue devuelto Isaac, que se convirtió así en un símbolo profético.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 4, 35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla del lago". Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.
De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: "¡Cállate, enmudece!" Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: "¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?" Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: "¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?"
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