Evangelio Del Día Viernes 2 de Septiembre | Renovarse Desde el Interior | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 02 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
show moreLITURGIA - 02 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 4, 1-5
Salmo 36
Evangelio Lucas 5, 33-39
“A vino nuevo, odres nuevos”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Entonces podemos preguntarnos —yo, cada uno de nosotros—: ¿tengo la disponibilidad del discípulo? ¿O me comporto con la rigidez de quien se siente cómodo, se siente bien y siente que ya ha llegado? ¿Me dejo "desencajar por dentro" por la paradoja de las Bienaventuranzas, o me mantengo dentro del perímetro de mis propias ideas? Y luego, con la lógica de las Bienaventuranzas, más allá de las penurias y dificultades, ¿siento la alegría de seguir a Jesús? Este es el rasgo más destacado del discípulo: la alegría del corazón. No lo olvidemos: la alegría del corazón. Esta es la piedra de toque para saber si una persona es un discípulo: ¿tiene alegría en su corazón? ¿Yo tengo alegría en mi corazón? Este es el punto. (Angelus, 13 febrero 2022)
Reflexión del Evangelio de hoy (Monjas Dominicas Contemplativas)
Acostumbrados a lo tradicional y conocido
“Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos”. Así contesta Jesús a quienes acusan a sus discípulos de comer y beber mientras los de Juan Bautista ayunaban.
Como en otras ocasiones en las que ha comparado el Reino de Dios con un banquete nupcial en fiesta donde la tristeza no cabe, dirá también que ahora es tiempo de gozo y alegría para sus discípulos y que por eso no tienen que ayunar, tendrán que hacerlo más adelante: “en aquellos días”. Los amigos del novio participan de la alegría que supone la inauguración del nuevo período salvífico: la presencia del Esposo, Jesús el Señor.
El reino exige novedad de vida
Les habló de la novedad. Como a Nicodemo les pidió “nacer de nuevo”. Los discípulos de Jesús han descubierto no sólo una doctrina nueva sino el “hombre nuevo”. Novedad del evangelio que también Pablo encontró después y que le da la libertad que hemos escuchado en la lectura precedente.
San Pablo VI experimentó lo mismo, por eso le entusiasmaba hablar de Jesús, y transmitía así en una de sus homilías:
“Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda criatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros.
Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él, ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.
Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, y la verdad, y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.
Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito, y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.
¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y de por los siglos de los siglos.”
Manto viejo, vino nuevo: lo viejo ha pasado; el tiempo de salvación ha llegado. La parábola tomada de la vida pero con sus rasgos extraños, despierta también nuestra atención. No se vierte vino nuevo, en fermentación, en odres usados.
No seamos como aquella gente religiosa que se oponía al gozo de los discípulos. No nos aferremos, como ellos, en las antiguas formas de religiosidad, sino que el Espíritu de Jesús nos encuentre abiertos a los caminos nuevos, y adaptados a las nuevas exigencias. Somos ahora los discípulos gozosos, vivos y alegres de Jesús.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 4, 1-5
Hermanos: Procuren que todos nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 5, 33-39
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: “¿Por qué los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oración, igual que los discípulos de los fariseos, y los tuyos, en cambio, comen y beben?”
Jesús les contestó: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán”.
Les dijo también una parábola: “Nadie rompe un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque echa a perder el nuevo, y al vestido viejo no le queda el remiendo del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres y entonces el vino se tira y los odres se echan a perder. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos y así se conservan el vino y los odres. Y nadie, acabando de beber un vino añejo, acepta uno nuevo, pues dice: ‘El añejo es mejor’”.
Oración
Señor, todos mis bienes, trabajo, amistades, familia, capacidades y mi vida entera, te pertenecen a ti, te proclamo como el único dueño y Señor de lo que "poseo"; pero también quiero decirte, que mientras tenga bajo mi responsabilidad lo que tú me has dado a administrar, haré mi mejor y mayor esfuerzo por entregártelo puro, limpio y resplandeciente, sólo me acojo a tu gracia para que actúe en mí y pueda hacer incluso más de lo que humanamente podría.
Acción
Mientras transcurra el día de hoy, cada vez que entre en contacto con bienes, personas o momentos del día, repetiré en mi interior "todo es tuyo Señor", para recordar constantemente que sólo administro lo que el Señor sabe que puedo atender.
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