Jeremías-138 Jeremías y Lamentaciones
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El libro de Jeremías fue escrito entre los años 630 y el 580 a.C y Lamentaciones a la caída de Jerusalén. Jeremías, profeta de Dios, fue enviado a advertir al...
show moreJeremías, profeta de Dios, fue enviado a advertir al pueblo de Judá de la inminente destrucción de Jerusalén por parte de Babilonia.
Dios quería darles una última oportunidad de arrepentirse y seguir a Dios, mas el pueblo no lo hizo y sufrió la conquista de parte de los babilonios y el exilio a tierras lejanas.
Mas Dios no los dejó sin esperanza. Jeremías les anunció que después de 70 años volverían a su tierra. Jeremías 29:10-11 dice “Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”, Este texto tan conocido nos muestra el amor y la misericordia del Señor incluso en el juicio.
Jeremías comenzó su ministerio durante el reinado del rey Josías, el ultimo rey bueno de Judá, el que había encontrado el libro de la ley y estaba intentando llevar a cabo una reforma religiosa.
A su muerte, sus tres hijos fueron reinando uno tras otro por cortos periodos de tiempo. El primero en reinar fue Joacaz, el segundo de los tres hijos. Mas Faraón Necao lo tomó cautivo y puso en su lugar a su hermano mayor, Joacim, un rey que hizo lo malo en Judá. A su muerte, después de diez años de reinado tomó el trono Joaquín su hijo, el cual solo reinó un año, ya que Nabucodonosor lo llevó cautivo a Babilonia.
Nabucodonosor declaró rey en Jerusalén a Sedequías, el hijo menor de Josías. En Jeremías 34 Dios envía a Jeremías a hablar con Sedequías: “Así ha dicho Jehová: He aquí yo entregaré esta ciudad al rey de Babilonia, y la quemará con fuego; y no escaparás tú de su mano, sino que ciertamente serás apresado, y en su mano serás entregado”
Dios, compasivamente, declaró lo que ocurriría, dio oportunidad de poder cambiar el rumbo, mas el pueblo hizo caso omiso al mensaje del Señor.
Ya en el versículo 16 del primer capítulo, Dios, durante el llamamiento del profeta le advirtió sobre la idolatría de Su pueblo con estas palabras: “Y a causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron.” Este pueblo idólatra adoraba a ídolos hechos con sus propias manos y se habían olvidado de Dios. Desde la muerte de Josías hasta sus días, el pueblo había dejado a Dios de lado. Dios compara a Su pueblo con una mujer infiel que dejando a su esposo va en busca de otros (Jeremías 2:20). El pueblo no reaccionó dejando sus pecado, mas insistió en su infidelidad e idolatría, por lo que llegado el momento, Nabucodonosor, rey de Babilonia tomó Jerusalén, llegando mas tarde a incendiar el templo que tanto amaba el pueblo y acabó destruyendo la ciudad. Dios había dado instrucciones al pueblo de rendirse y dejar a Babilonia entrar en Jerusalén, prometiéndoles protección divina a pesar de las circunstancias, mas el pueblo, al no confiar en Dios, resistió, y muchos fueron llevados cautivos a Babilonia.
Durante once años, Sedequías estuvo reinando bajo el dominio de Babilonia, mas cuando Sedequías dejó de pagar tributo a Nabucodonosor, provocó el ataque final de Babilonia y la destrucción de Jerusalén.
El capítulo 52 narra el ataque de Nabucodonosor:
En los versículos 12-13 dice “en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo edificio grande”.
El libro que sigue al de Jeremías, llamado Lamentaciones, es un conjunto de cinco poemas de lamento por lo ocurrido en Judá y arrepentimiento por la rebelión del pueblo de Dios. En medio de la tristeza y aflicción hay esperanza de liberación.
Vemos en estos libros cómo Dios, aún en tiempo de juicio, brilla por su inagotable compasión. El capítulo 3 de Lamentaciones muestra esta gran verdad.
Los versículos 22-23 declaran: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”
Y el 31-32 dicen “Porque el Señor no desecha para siempre; Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias”
Jeremías había profetizado del que habría de venir y traer la liberación espiritual, la que ofrecería Cristo siglos más tarde. Jeremías 23:5-6 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.” Y el capítulo 31 nos presenta el nuevo pacto al que Jesús se referiría en su última cena con sus discípulos: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.”
Gracias a Dios por libertad física, pero muchas más gracias por la libertad espiritual, aquella que abunda aún cuando todo lo demás se pueda estar desmoronando. Cristo ofrece la paz que sobrepasa todo entendimiento. Digamos con Jeremías como dice en Lamentaciones 3:40-41 “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová; Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos.”
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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