RG-30 Gratitud y alabanza hacia el prójimo
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Hemos estado viendo cómo desarrollar una rutina de gratitud y alabanza personal hacia Dios. Ahora podemos dar un paso más para que esta gratitud y alabanza se extienda hacia aquellos...
show moreDel mismo modo que es fácil fijarse en lo desagradable e ignorar todo lo bueno que tenemos para agradecer, solemos dar por hecho las características positivas de los que nos rodean y sacar a la luz aquellas que nos molestan.
Este mal hábito de notar aquello que no nos agrada lo transmitimos a las personas de nuestro entorno. Soy profesora de profesión y he trabajado como editora, y ambos trabajos requieren que note los fallos para poder corregirlos, y creo que este “don” de encontrar fallos me lleva a notar con facilidad aquello que alguien puede mejorar en lugar de lo que ya está bien. Y así suele pasar, que lo correcto pasa desapercibido y sólo se nota aquello que no ha ido tan bien, ¿verdad? Esto lo vemos especialmente con los de casa, donde solemos notar y verbalizar todas las cosas que deben mejorar y no notamos los esfuerzos y los logros. Si eres esposa, pregúntate: ¿Cuándo fué la última vez que le diste las gracias a tu esposo por trabajar ese día, o sacar la basura, o recoger la mesa, o lo que sea que haga? Seguro que puedes encontrar algo por lo que alabarlo. Quizás estés pensado: “pero eso no lo hace por mí”; o “yo también lo hago”, o “es su obligación”. Sí, ¿y qué? ¿No te gustaría a ti que otros notaran que cumples con tus obligaciones en el trabajo, que tomas el tiempo para arreglar la casa, o que ayudas con las tareas de la escuela? Jesús dijo en Mateo 7:12 “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”.
Si eres madre, practica esta rutina con tus hijos. Dales las gracias cuando te ayuden con algo en casa. Diles que estás orgullosa de ellos cuando realizan su tarea de la escuela. Los psicólogos enfatizan lo bueno y eficaz que es el refuerzo positivo en la vida del niño, y nosotros como cristianos deberíamos ser los primeros en desarrollar el hábito de alabar a nuestros pequeños, verbalizando nuestra gratitud por todo lo que hacen bien. A esto puede que digas: “Si los alabo los voy a malcriar” o “se van a volver orgullosos”. Todo lo contrario. Estarás modelando la gratitud, para que aprendan ellos a tratar a otros así.
Filipenses 2 enseña, ”Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.”
La persona que agradece poco y alaba poco da un mensaje de orgullo, como si la otra persona no hiciera nada digno de alabanza Comunica por su falta de alabanza que no valora a otros tanto como se valora a sí mismo. Cristo nos muestra cómo tratar con el prójimo de modo que se sientan valiosos en nuestra presencia, y no usados para nuestra propia gloria. Esto debe comenzar en casa y proyectarse hacia los de afuera.
Dios Padre, en Mateo 3:17, alaba a Jesucristo a oídos de los que estaban en el río Jordán ese día: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Y en Lucas 10 y Mateo 11 y 13, vemos a Jesús alabando al Padre. En la misma Trinidad vemos esta práctica. Y 1 Tesalonicenses 5:11 nos exhorta a hacer lo mismo: “animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.”
“Así como lo hacéis”, los anima Pablo. Cuando lo están haciendo bien, verbalicemos nuestro agrado, y cuando se necesite reprensión, hagámoslo de manera que se sientan amados y valorados, animando y edificándonos unos a otros, para la gloria de Dios.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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